Creo que nací en la época incorrecta, estoy casi seguro que debí nacer en la década de los 60´s. Esa época donde la clase, el estilo y la elegancia estaba en todas partes, bueno, principalmente en Londres, New York y Paris.
Hoy, aprovechando la lluvia y el frío que llama a estar entre las cobijas, busqué algunas opciones interesantes en Netflix, una de las sugerencias fue Breakfast at Tifanny´s.
Desde que la película inició supe que iba a terminar muy bien. Las melodías, las calles de New York de 1961, una Audrey Hepburn joven, radiante e infantil.
Los diálogos cargados de inocencia me atraparon; juegos de palabras respetuosas, piropos y gestos halagadores.
Todos los caballeros vestidos como tales; sacos, pantalones bien planchados, zapatillas limpias y sombreros. Las damas con vestidos sofisticados que a la fecha podrían ser utilizados y agradar la vista de los más críticos.
Calles libres de presas y muchos pequeños detalles que cada quién puede interpretar de manera diferente.
Lo que más me llamó la atención es que podríamos trasladar esa película al 2016 y jamás sería anticuada; es una producción tan bien realizada que parece que se resiste con prepotencia ante el paso del tiempo. Me encanta que las emociones que trataron de expresar estén muy vigentes hoy en día; inseguridades, ambiciones, limitaciones, pero sobre todo un amor que parecía desmoronarse y que junto a “Gato” en medio de una fuerte lluvia cedió ante las energías de una pareja que se amaba.
Aún se hace buen arte, pero al ver producciones como Breakfast at Tifanny´s entiendo muy bien porque la época dorada del cine fue muchos años atrás.